Septiembre de 2022, recibo la emocionante noticia de que mi novela La danza del pulpo ha sido elegida por la Universidad Popular de Leganés (UPL) para que la lean y destripen sus alumnos durante el curso 22-23 (lo de «destripen» ya veréis luego por qué lo digo).
Enero de 2023, me hacen llegar el cuadernillo que trabajarán concienzudamente (en aquel momento yo no supe calibrar hasta qué punto). Me quedo atónita con el contenido de sus páginas.
22 de mayo de 2023, a las 18,30h, acudo al teatro Rigoberta Menchú de Leganés para encontrarme con los estudiantes y sus profesores. La tarde comienza fresca y nublada, pero dentro del teatro recibo un calor inmenso. Nos acompañan Santiago Llorente, alcalde del municipio, y Miguel Ángel Gutiérrez, concejal de cultura; Andrés Fernández, director de la UPL y Eloísa Pardo, escritora y profesora del curso.
Comenzamos visionando un vídeo que me ata un nudo en la garganta. Por la pantalla circulan los rostros de los 560 alumnos que han trabajado la novela en clase, acompañados por sus monitores, que más que unos profesores son unos lazarillos, lúcidos guías por los caminos de esas vidas, cada una con sus dificultades y circunstancias, pero todas ellas con un elemento común: las ganas de aprender, de crecer, de aprovechar las segundas oportunidades que la vida nos ofrece. A continuación, aparecen las fotografías de mis antecesores y sus novelas. Citaré como una muestra de las 17 ediciones anteriores a Soledad Puértolas, Guillermo Fesser, Julio Llamazares, Juan José Millás, Albert Espinosa, Lorenzo Silva, Máximo Huerta, Eloísa Pardo, Almudena Grandes y Rosa Montero. Casi nada. Tras estas, se proyecta una película basada en la novela. Sí, como lo leéis. Bernardo, uno de los voluntarios, ha grabado un corto sobre La danza del pulpo, capítulo por capítulo, con imágenes y sonido, sin omitir ningún aspecto importante de la historia. No lloro de milagro. Hago esfuerzos porque pronto me llegará el turno y no quiero subir al escenario con el rímel corrido.
Al regresar la pantalla a negro, Andrés y Miguel Ángel realizan sendas intervenciones explicando la función y el desempeño de la Universidad, los logros alcanzados, que también me dejan impresionada. No hay mejor forma de dar color a una vida que con cariño y cultura. Cuando me explican cómo han destripado la novela, siento una emoción inmensa a la vez que una gran responsabilidad. Si la protagonista en el primer capítulo viajaba a Londres, los alumnos estudiaron lo referente a Gran Bretaña; si se citaba a Marc Chagall y a Picasso, fueron de excursión al museo Thyssen y vieron las obras allí expuestas. Eso no es solo estudiar, asistir a clase; eso es disfrutar, vivir la cultura, gozar de la vida y la buena compañía. No sé si sabes, querido lector, que los alumnos de esta Universidad tienen unas edades comprendidas entre los 60 y los 92 años, lo que hace que este proyecto me haya estimulado todavía más. No hay una edad límite para asistir a la Universidad, no hay una fecha para perder la curiosidad. Escapar de la soledad compartiendo aficiones es maravilloso, es cortarle el paso al envejecimiento, al aburrimiento, a la monotonía. Me quito el sombrero delante de esos alumn@s y felicito a sus monitores.
Por si creo que esa tarde ya no puedo sorprenderme más, llega el turno de Eloísa, que realiza un repaso de mi obra, así como de mi vida. Eloísa es poeta, y no se esfuerza en disimularlo, pues sus palabras tienen la fuerza y la sensibilidad de esos escritores que persiguen lo bonito y lo intenso a la vez.
Cuando llega mi hora, acojo el micrófono abrumada, pero también absolutamente satisfecha de encontrarme con cada una de esas personas que me mira sin parpadear desde su butaca, que escucha que ellos han hecho posible que yo cumpliera uno de mis sueños, que hay que coger los trenes que nos pasan por delante en la vida y viajar cuanto más lejos mejor, sin tener en cuenta las limitaciones, porque soñar no tiene limitaciones, y, si sueñas y trabajas, a veces esos sueños se cumplen. También, escuchan que los escritores vivimos en un mundo paralelo, lleno de emociones, porque la vida es eso: ¡emoción! Y que ellos son un ejemplo de resiliencia. Y les animo a que lean, a que escriban, a que disfruten… Les hablo de los escritores que escriben con mapa o con brújula, de los escritores arquitectos, jardineros o mineros… Pero, sobre todo, les doy las gracias, porque todo el que pasa por nuestra vida nos deja una impronta y lo que yo he vivido con ell@s en ese teatro me acompañará siempre.
Y entonces llega el turno de preguntas. Para mi sorpresa, me hacen como 18 o 20. Porque esos alumnos no están allí obligados por sus padres. No, ell@s han venido por interés, porque tienen ganas de medrar en la vida, de sentirse llenos por dentro. Y tienen curiosidad, algo imprescindible para no estancarse. Micrófono en mano quieren saber más de los protagonistas, de mí, de la vida en general.
Al finalizar, realizamos unas fotos con los representantes de los partidos políticos de Leganés, que han asistido con interés desde la primera fila, y con el equipo de la Universidad. Entonces, por si todo lo anterior fuera ya poco, llega el colofón de la tarde: la firma de esas novelas que han leído y trabajado con tanta ilusión. Tod@s me dispensan un cariño enorme, una cercanía que me estremece. Y es que aunque yo a ell@s no los conociera hasta ese momento, ellos llevaban meses conviviendo con Elena, doña Elena, Hellen, John, Catherine, el inspector Miller, el comisario Martínez…, con sus sentimientos y emociones, y conmigo.
Gracias UPL. Gracias profesores. Gracias alumn@s. Gracias Ayuntamiento de Leganés por tanto cariño.
¡Este encuentro es y será siempre inolvidable para mí!